Sonata de Amor by Isabel Acuña

Sonata de Amor by Isabel Acuña

autor:Isabel Acuña [Acuña, Isabel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántica
publicado: 2018-12-09T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 16

Caminó en dirección contraria a donde estaba el auto con Ernest al volante. Necesitaba alejarse de todos. Mientras sentía que su mundo se derrumbaba, caminó por las calles atestadas de gente. Logró recuperar el control después de andar un par de cuadras. ¿Qué diablos iba a hacer? Aferró el bolso contra su pecho y caminó sin rumbo fijo por espacio de quince minutos. En la esquina de un semáforo, supo a donde ir, paró un taxi y le dio la dirección del hospital al conductor. David, necesitaba hablar con David.

Las lágrimas fluían por sus mejillas, el chofer le destinaba vistazos curiosos. Las señales siempre estuvieron frente a sus narices, ella no había querido verlas, su frialdad, su indiferencia, ella no era la mujer que él necesitaba, ni él el hombre con el que soñó un día. Las llegadas tarde, las llamadas al móvil de las que él se excusaba diciendo que era por asuntos laborales. Lo peor era sentirse utilizada, no era una compañera, era un objeto que cumplía una misión.

Las palabras de David proferidas años atrás antes de la boda llegaban a ella. Ella era para él la mujer trofeo, el requisito y más ahora que estaba la campaña electoral de por medio, estaba segura de que sus ruegos tenían que ver más con su ambición que con sus sentimientos. Mark había lastimado su corazón, no, lastimado era un término muy suave; lo había arrancado de su pecho y estrujado sin ninguna consideración cuando descubrió sus mentiras, su desamor, su falsedad. Había confiado en él, qué mala conocedora del carácter de la gente había resultado. Ella que se creía inteligente y sagaz, por lo visto lo era solo para su música, con las personas era un fiasco total. Creía que se había casado con un hombre para ser su compañera de vida, él solo quería un títere, alguien a quien mover a su antojo. No más Mark Spencer, saldría de su vida en ese mismo instante. No permitiría que le hiciera daño nunca más.

Se apeó del taxi, después de pagarle al chofer. Miró la mole hospitalaria, preguntándose qué había ido a hacer a ese lugar, pero no tenía a donde más ir. No quería molestar a Sebastián con sus problemas, Dylan estaba de gira por Europa. El único que la conocía y conocía a los Spencer era él, David Foster, la persona con la que podía contar, no supo de donde le llegó esa certeza, era como si él fuera la única roca a la que pudiera aferrarse, supo que al llegar a su lado todo estaría mejor y no se cuestionó los motivos, solo tuvo la certeza.



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